Para cualquier emprendedor uno de los mayores obstáculos para hacer crecer una pequeña empresa es el flujo de caja. Al comienzo puede ocurrir que se usen los ingresos de las primeras ventas para financiar el siguiente pedido. El flujo de caja funciona bien mientras la compañía crece lentamente, pero cuando reciben su primer gran pedido, todo cambia.
Negocian términos de 60 días con sus proveedores para ayudar con el flujo de efectivo. Pero el día 30 después de enviar su primer camión cargado, buscan un cheque del cliente. No llegó. Y semanas más tarde, todavía no hay control. En cambio, recibieron otro pedido. Necesitan capital.
Las pequeñas empresas que venden, a menudo ven los ingresos inmovilizados durante semanas o meses en cuentas por cobrar, por lo que es difícil financiar la próxima venta. Las demoras en el pago también dificultan la continuidad de las operaciones, como la nómina.
Ante ese panorama, puede parecer una buena idea adquirir deuda, como los préstamos bancarios y las líneas de crédito, porque funcionan bien cuando las invierte en su negocio, realizando compras estratégicas para equipos, inventario, etc. Pero pedir dinero prestado para luego “prestarlo” a sus clientes en forma de factura (un préstamo gratis) no es una forma efectiva de administrar el flujo de caja. El problema es que cuanto más se crece, más capital necesita.
Para evitar que sus operaciones se vean comprometidas, es importante que desde el comienzo logre una buena planificación de cómo desea gestionar las finanzas de su negocio. Esto implica tener en cuenta un diagnóstico de cual es su situación inicial y comprender el margen de maniobra que posee ante eventualidades en los pagos.
Además, poder generar una clara política de gestión de cobros es fundamental para mantener las cuentas claras desde el aspecto financiero de su negocio y desde el aspecto productivo frente a los clientes. No deje que se manipule su estado financiero por estar en situación de dar los primeros pasos en su negocio.
Las pequeñas empresas que venden, a menudo ven los ingresos inmovilizados durante semanas o meses en cuentas por cobrar, por lo que es difícil financiar la próxima venta. Las demoras en el pago también dificultan la continuidad de las operaciones, como la nómina.
Ante ese panorama, puede parecer una buena idea adquirir deuda, como los préstamos bancarios y las líneas de crédito, porque funcionan bien cuando las invierte en su negocio, realizando compras estratégicas para equipos, inventario, etc. Pero pedir dinero prestado para luego “prestarlo” a sus clientes en forma de factura (un préstamo gratis) no es una forma efectiva de administrar el flujo de caja. El problema es que cuanto más se crece, más capital necesita.
Para evitar que sus operaciones se vean comprometidas, es importante que desde el comienzo logre una buena planificación de cómo desea gestionar las finanzas de su negocio. Esto implica tener en cuenta un diagnóstico de cual es su situación inicial y comprender el margen de maniobra que posee ante eventualidades en los pagos.
Además, poder generar una clara política de gestión de cobros es fundamental para mantener las cuentas claras desde el aspecto financiero de su negocio y desde el aspecto productivo frente a los clientes. No deje que se manipule su estado financiero por estar en situación de dar los primeros pasos en su negocio.
